Desentrañando al personaje: Qalis.
Hoy toca mencionar a un personaje sin demasiada relevancia, un personaje secundario. Este es Qalis.
Probablemente no lo recordéis y no os culpo por ello, no tuvo demasiada relevancia en la historia.
Qalis aparece durante la expedición a Draelon. Es un mayokiano que se alista en la taberna al igual que nuestro querido Murphy. Durante la expedición, Qalis muere a manos del príncipe Garloc en un combate singular. Lo cierto es que a Garloc no le cuesta prácticamente nada matarlo y os dejaré aquí el fragmento que de El secreto del bosque de los desamparados que lo demuestra.
Le tocaba el turno a Garloc y a uno de los hombres que me había acompañado en mi fallido rescate, Qalis. Ambos eligieron espada y escudo.
Cuando comenzó el combate Garloc permaneció inmóvil con el escudo en alto. El otro corrió hacia él y atacó desde arriba lanzando un tajo en vertical. Garloc golpeó con el escudo la espada de este y con la otra mano le lanzó un fuerte tajo en horizontal a la altura de su cuello. Aquel ataque dio de lleno en su objetivo, separando la cabeza del cuerpo.
Garloc era realmente hábil con la espada: esperaba no tener que luchar contra él.
No puedo contaros más sobre la relevancia sobre este personaje en la historia, ya que no la tiene, sin embargo, os contaré un poco su propia historia.
Todos los personajes, por insignificantes que sean, tienen una historia detrás y un motivo para actuar, de lo contrario, se quedarían sentados en una mesa mugrienta de la taberna, con las antorchas parcialmente apagadas para tratar de ocultar la suciedad. Este era el claro caso de Qalis.
Este hombre tenía familia. Dos hijos a los que quería con locura y una mujer a la que pegaba cuando se emborrachaba más de la cuenta. Qalis nunca fue alguien que se interesara por el combate. Él tenía trabajo en una serrería en las afueras de Mayok. Gastaba su paga con regularidad en putas y bebida y, en alguna ocasión, se dejaba caer por los fumaderos de opio. La paga no era muy cuantiosa, pero para mantener su pequeña casa destartalada, darle poco para comer a su familia y revolcarse con alguna ramera de vez en cuando, era suficiente. También le alcanzaba para visitar al tabernero prácticamente a diario y beberse unas pintas de cerveza. Por suerte o por desgracia para él, una vez le desaparecían las monedas de la bolsa, el bondadoso tabernero le fiaba para que pudiera continuar con su rutina habitual. Se puede interpretar que el tabernero lo hacía por bondad o compasión, pero no era así. Ya se conocían y sabía que Qalis era muchas cosas, pero siempre pagaba sus deudas. Por eso, siempre le fiaba lo que deseara con una sonrisa, para aumentar el peso de su bolsa junto a su codicia.
El problema apreció cuando un pequeño incendio arrasó gran parte de los árboles cercanos a Mayok. El noble dueño de la serrería prescindió de muchos de sus trabajadores, dándoles esperanzas de que se reincorporarían en un futuro. Qalis estaba entre ellos.
Buscó trabajo por el interior de Mayok y los alrededores. Solo encontraba faenas efímeras que apenas duraban unos pocos días o incluso solo horas. Las monedas por dichos trabajos le daban para poco. No es que antes tuviese mucho dinero, pero ahora apenas llegaba para que sus hijas comieran. Si su mujer lo hacía, nunca le importó.
Qalis se detenía en la puerta del burdel con la bolsa vacía y las putas no le recibían con una sonrisa, simplemente le ignoraban. Se sintió rechazado. El pobre desgraciado llegó a creer que entre las rameras y él se había creado un vínculo, pero se dio cuenta de que el único vínculo que importaba era el que mantenía su bolsa con alguna moneda tangible.
El tabernero tampoco tardó mucho en darse cuenta de que, Qalis, a pesar de desear hacerlo, ya no podía pagar sus deudas, y dejó de fiarle. De hecho, llegó un punto en el que Qalis mendigaba en la taberna y buscaba jarras con restos de cerveza para saciar su sed, para olvidar que ya no conservaba su antigua vida.
Uno de esos días en los que las jarras están totalmente vacías y no tenía nada por hacer, se sentó en la taberna a ver el tiempo pasar. A observar como las antorchas y las velas se extinguían como él. Aquel día, mientras el crepitar de una antorcha mantenía su mirada expectante, la puerta se abrió y un hombre vestido con ropa digna de recuerdo, anunció que estaba entrando en la taberna el príncipe Garloc Tok de Mayok.
Ese día, Qalis se unió a una peligrosa expedición a Draelon que, como he dicho, le costaria la vida.
El resto ya lo sabeis y, el que no lo sepa, que no dude en visitar la página dedicada a El secreto del bosque de los desamparados para encontrar más información.