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¡Dos años escribiendo!

¡Dos años escribiendo!

Un día como casi como hoy (aquel era domingo), hace ya dos años, me aventuré en el pedregoso camino de la literatura. He revisado la entrada al blog del año pasado, en la que llevaba un año escribiendo, para ver cómo ha cambiado mi mentalidad. Me he encontrado con lo inevitable, no he hallado nada que no supiera.

Cuando empiezas en algo, ya sea literatura u otra cosa, tienes una motivación extra. Un sueño por cumplir que te llena de energía y te “obliga” a dedicarle una cantidad de tiempo imposible de mantener. Lamentablemente, puedes luchar por un sueño eternamente, de hecho, te animo a hacerlo hasta que lo veas hecho realidad, pero la motivación inicial creo que es imposible que perdure durante mucho tiempo. Es normal, yo cuando publiqué El secreto del bosque de los desamparados creía que en dos semanas estaría en las Maldivas bebiendo mojitos y podrido en pasta. Por suerte, la vida nos enseña a base de golpes y el tiempo nos ayuda a buscar alternativas.

Bueno, pensé, con El emisario de hielo ya sí que sí. Otro porrazo de la vida. Estoy muy contento de la acogida que ha tenido la novela, la verdad. También estoy orgulloso de lo escrito en ella. Creo que es una novela que me costará mucho superar, pero no alcanzó el número de lectores que me hubiese gustado. ¿Cuántos me hubiese gustado? Todos.

El problema de todo esto, de la motivación, es que cuando tú entregas mucho, esperas mucho a cambio. Para estas dos novelas yo había invertido una cantidad incontable de horas y varios miles de euros. Siendo sincero con vosotros, si calculo las horas que le he invertido a las novelas, no me cabe duda de que hubiese ganado más dinero trabajando por 5 € la hora. No es un mensaje de desánimo a todos los que estéis en mi situación o una muy parecida, simplemente, es mi cruda realidad al desnudo. Nadie dijo que esto fuese fácil, pero tú lo crees para sentirte mejor. Sin embargo, si fuese tan sencillo no merecería la pena. Tampoco quiero decir, ni mucho menos, que haya sido tiempo perdido, solo debo echar la vista atrás para darme cuenta de ello. 

Sencillamente, bueno, la entereza es difícil de mantener en el tiempo y muchas veces quiebra, agrietándose. Cuando ves que no puedes entregar más de ti y que no ves los resultados esperados, todo te anima a tirar la toalla. Mentiría si dijera que no me ha pasado, que todo han sido risas y alegría, acompañado de buenas críticas por partes de los lectores, etc. Las novelas tienen buenas críticas, de eso no me puedo quejar, sin embargo, he tenido muchos quebraderos de cabeza por no llegar a tantos lectores como me hubiese gustado. 

No hace demasiado, apenas unos pocos meses, tuve un quiebro en la entereza. Creo que el más grande que he tenido nunca, pero de todo se aprende algo. En dicho quiebro, mientras sentía como mi interior se resquebrajaba, dejando solo ruinas de todo lo que creí haber construido, me di cuenta de que si quería continuar en la literatura no podía hacerlo como hasta ahora. Hasta ese día dedicaba todo mi tiempo a escribir y al marketing en redes sociales (lo cual odio). Echaba mi jornada de 8 horas, cuidaba a mis pequeños y, en cuanto tenía un poco de tiempo, me ponía a escribir. Dedicar tanto esfuerzo a algo desgasta muchísimo y ese desgaste es el que me llevó a agrietarme. Lo primero que me decía la cabeza era que a la mierda, que ya había perdido bastante tiempo escribiendo. No podía dejar la trilogía de La leyenda de Draelon a medias, pero por un instante fugaz me propuse terminar el tercer libro y desaparecer. Luego, con ayuda del tiempo, empecé a ver las cosas desde otra perspectiva y ahí es donde quiero llegar.

Hay una pregunta me han repetido mucho desde que soy escritor, además de la típica de: ¿De dónde sacas la inspiración? Ya os adelanto de que en mi caso no hay una respuesta lógica a esa pregunta, simplemente está ahí. Me refiero a la otra pregunta: ¿Qué le aconsejarías a alguien que está empezando a escribir? Quiero aclarar que voy a contestar a eso desde mi perspectiva y basándome en mis experiencias, no porque me considere ningún tipo de veterano de la literatura ni nada parecido.

A raíz de mis innumerables quiebros y, haciendo especial hincapié al último, me di cuenta de que debemos encontrar el equilibrio. Esto de la literatura no sabes cuantos años te va a llevar hasta que puedas dedicarte solo a ello y, porque negarlo, la gran mayoría de escritores nunca llegan a dedicarse solo a la literatura y otros tantos tiran la toalla antes de llegar a acercarse y regresan a su cómoda vida tal y como era antes. He llegado a la conclusión de que para poder compaginarlo todo sin perder la puta cabeza, se debe encontrar un equilibrio. Dedicar tiempo a todas las obligaciones (puedes contar la escritura como obligación si quieres), pero dejar un pequeño espacio de tiempo al ocio. A mí me ha funcionado. 

Me preocupa mucho lo que escribo y pienso mucho en ello. Sigo haciendo grandes sacrificios como madrugar más de lo que requieren mis obligaciones cotidianas para poder escribir, pero me he reservado un pequeño espacio solo para mí. Cada uno sabe qué le gusta hacer, yo en mi caso, siempre me han gustado mucho los videojuegos a pesar de que llevaba años sin jugar por falta de tiempo. Decidí que eso se acabó y salí corriendo a comprarme la PS5 (como suena, cuando se me mete algo en la cabeza, tiene que ser ya). La compré en el Carrefour y recuerdo estar en el parking antes de que abriera, observando con el ceño fruncido a la gente que, al igual que yo, esperaba a que las puertas automáticas nos dejasen paso. No fueron pocas las veces que, al mirar a los demás, pensé: “verás como estos cabrones vienen también a por la play y se la llevan ellos”. Nada, en la sección de electrónica a esa hora de la mañana estaba yo solito. Puedo afirmar que desde que tengo mi rato de desconexión todo me va mucho mejor. No hay tantos quebraderos de cabeza y todo fluye con mayor naturalidad, sin forzarlo.

Así que, utilizando estos dos años de experiencia, ese sería el consejo que le daría a día de hoy a alguien que esté escribiendo sus primeras letras: Hay que dejar a un lado la motivación inicial para buscar un equilibrio racional. ¡Ojo! Sin postergar nada. Es muy fácil agarrar el mando de la play, tirarse en el sofá, y decir: “ya escribo mañana”. No, eso también caca. Como he dicho: equilibrio.

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