Clonc, clonc, clonc.
Curiosamente, esas fueron las primeras palabras que escribí hace exactamente un año. Sin saber nada sobre escritura, quise evitar el tópico de “había una vez”.
En fin, muchas lunas desde ese día y, un año después, aquí estoy con mucho por aprender todavía. No me cabe duda de que mis habilidades se han multiplicado, pero siempre debemos seguir mejorando y día a día, sigo haciéndolo.
En esta entrada os contaré como fue el proceso de ser una persona normal, con un trabajo normal, a aventurarme a escribir una novela sin saber nada de como hacerlo. En definitiva, os explicaré las barbaridades que hice cuando comencé. Al finalizar, para los que ya esperáis la segunda novela os dejaré una pequeña sorpresa como compensación por todo vuestro apoyo.
Supongo, que al igual que todos vosotros, he tenido muchas ideas en mi vida. Ideas nocturnas como yo les digo. Son esas ideas que tienes en la cama cuando no puedes dormir, ideas grandiosas, capaces de lograr algo que nunca hubieses imaginado, pero que, lamentablemente, cuando despiertas con los ojos pegados por no haber dormido suficiente pensando en esas ideas, decides olvidarlas y seguir con tu rutina.
Pues eso me ocurría a mí. Es evidente que toda personas que se aventura a escribir una novela debe de ser lector (al menos desde mi punto de vista). Yo, antes de irme a dormir, siempre leo. Sean 15 minutos o 2 horas, pero siempre leo algo. Muchas noches me quedaba pensando en que yo me sentía capaz de escribir una novela. Yo me sentía capaz de imaginar una historia en mi cabeza y me sentía capaz de plasmarla delante de un ordenador. Cuando me desperté, me hice un café, salí a fumarme un cigarro como de costumbre y calada a calada, olvidé todo lo que había pensado. Yo no soy diferente, estamos muy cómodos con nuestras vidas como para querer hacer un cambio tan grande y, sobre todo, sacrificado. Podemos añadirle a todo esto el miedo que nos da lo desconocido, pero de eso ya hablamos un poco más adelante.
Mi vida continuó con la idea de escribir una novela en el cajón de los sueños perdidos, de los sueños nocturnos. Es verdad que la pandemia hizo estragos a nivel económico en las empresas y demás y en la mía no fue diferente. Sufrimos ERTES por falta de materiales y un largo etc que ya conocéis. Pero no fue hasta un día que tuvimos una pequeña reunión en la que me di cuenta de que no era nada. Sí, estoy cómodo en mi trabajo y tal, pero ese día me planteé la posibilidad de que, tal vez, un día me viese en la calle con una mano adelante y otra atrás.
El coco, al menos el mío, es capaz de torturarme sin mi permiso y eso hizo durante todo el día. Puedo afirmar que ese día, en unas pocas horas, me di cuenta de que había desaprovechado muchos años de mi vida trabajando para otro y todo por no querer esforzarme en tener algo mío para subsistir. Decidí que a mi edad (en esos entonces tenía 30 años) aún me quedaba tiempo. Decidí convertirme en un soñador diurno.
Abrí el cajón de ideas para intentar cambiar de vida. Mis requisitos no dejaban muchas opciones. Tengo unos hijos que mantener, una hipoteca que pagar, facturas, coche, etc. Evidentemente, no podía dejar el trabajo y lanzarme a la aventura. No os digo que no lo hagáis vosotros, pero si tenéis hijos, considero que no deben sufrir las consecuencias en el caso de que fracaseis y hayais dejado el trabajo. No, en mi caso, debía de ser algo que pudiese combinar con mi sustento económico. Rebusqué un poco más en el cajón hasta que llegué al fondo. Allí estaba. Mi costumbre de leer me volvía a decir que yo era capaz de escribir una novela que emocionara a quien la leyera.
¡Qué emocionante! Iba a intentar escribir una novela. No, eso no va así en una cabeza como la mía. Lo que me rondó durante las siguientes horas fue inquietud y un miedo al fracaso que hoy día mi sigue oprimiendo. ¿Qué hago? ¿Cómo empiezo? Le mandé un mensaje a la persona con la que duermo para ver que le parecía, pero en realidad, solo buscaba su apoyo. Lo primero que pensé mientras escribía dicho mensaje es que se reiría de mí. De hecho recuerdo que le dije: Voy a decirte algo, pero no te puedes reír. No me culpo por mis inseguridades y miedos, después de todo, sigo haciéndoles frente cada día. Ella me contestó que vale y le dije que cuando llegara a casa le explicaría la idea que tenía en mi cabeza.
Así fue, llegué a casa y, con un pequeño mapa que dibujé, le explique la idea que tenía en la cabeza. Esa idea que cambió cientos de veces antes de convertirse en El secreto del bosque de los desamparados.
Mi mujer me apoyaba, sí. Pero necesitaba más apoyo. Necesitaba contárselo a más gente cercana a mí. Recuerdo que uno de ellos, la persona que más me ha apoyado en el tema de las ventas (de hecho creo que ha vendido más libros que yo) soltó una carcajada cuando se lo dije. Sé que está orgullosa de lo que he logrado, pero mi madre cuando se lo conté soltó una carcajada.
Todo esto fue días antes de comenzar con la escritura. El primer mensaje que envié, el de mi mujer, fue el 10 de septiembre de 2021 por la tarde. Pasé los siguientes dos días cagándome encima, pero finalmente, me senté delante del ordenador el 12 de septiembre de 2021, a eso de las 22 horas.
Tenía en un ordenador muy viejo. Hasta ese momento, y con todo lo que se puede hacer con el smartphone hoy día, apenas lo utilizaba para nada. Como programa, disponía de uno gratuito que estaba bastante bien para ser gratis.
En resumen, que comencé poniendo clonc, clonc, clonc, que corresponde al capítulo 1. Luego, más adelante, le añadí el prólogo.
No sabía como hacerlo. Escribía, pero no sabía si los guiones del diálogo se cerraban de un modo u otro o si llevaban espacio o si el punto iba delante o detrás. No sabía nada. Triste pero cierto. Me rio al recordarlo, pero media el número de páginas aproximadas que llevaba colocando mi ebook frente a la pantalla del ordenador.
Todo era un caos. No seguía un orden para nada, cada día antes de comenzar a escribir revisaba lo que había escrito. No era muy productivo mi método de trabajo, aun así logré casi finalizar la novela con 30.000 palabras. Muy insatisfecho con el resultado final, me propuse reinventarme. Investigué un poco y me familiaricé con el contador de palabras para saber cuantas páginas llevaba. El ebook lo destiné a su objetivo principal que es leer en él y no medir páginas frente a un ordenador.
Podría decir que logré apartar el caos y tener un orden en todo, pero mentiría. Supongo que lo más acertado es decir que logré fundirme en ese caos sin que me estallara la cabeza. Escuché a mis personajes, sobre todo a Nilsa y a Garloc. Nilsa quería hacer más cosas, su destino era permanecer encerrada, no obstante, puedo decir que es uno de los personajes que más juego me ha dado durante la escritura. Por otro lado, Garloc me suplicaba ser malvado y, como ya he dicho otras veces, exploré partes de mí que desconocía para obtener al villano al que odias o amáis.
Finalmente, tras reescribir prácticamente toda la novela y añadirle el prólogo para que todo quedase lo más claro posible. Logré mi objetivo. Me había marcado un objetivo de 100.000 palabras y acabé la novela con 105.000 y, lo más importante, satisfecho con el resultado. No fue fácil. Lo que más me sorprendió es lo que había aprendido en apenas unos días, pues al finalizar la novela con 30.000 palabras y volver a leer lo del principio, no daba crédito a lo mal hecho que estaba todo.
Durante el proceso, el viejo PC donde escribía dejó de funcionar. Me vi obligado a comprarme otro PC, uno reacondicionado de estos de Amazon que me costó poco más de 100 euros. Dadas las circunstancias, sabiendo que publicar la novela me iba a costar alrededor de 2500 euros, no podía permitirme el lujo de comprarme un PC que costara más dinero. Por suerte, compré un cable para conectar el disco duro al PC nuevo y pude rescatar lo que allí tenía escrito. Eso me enseñó que no puedo confiar solo en una máquina y a día de hoy tengo dos ordenadores nuevos (un portátil y uno de sobremesa) conectados entre sí a través de internet. Tengo acceso a todo lo relacionado con las novelas tanto en un PC como en otro, de manera que si uno no funciona puedo seguir trabajando en el otro.
Un poco antes de finalizar la novela, dado que ya era definitivo que la publicaría, decidí decirle a todo el mundo lo que estaba haciendo. No les culpo, pero muchos de ellos creyeron que les estaba tomando el pelo.Cuando consideré que la novela estaba completa, la revisé dos veces, tanto ortográficamente, como para añadir o quitar palabras, dándole un resultado más cómodo para leer. Luego lo mandé a la editorial donde valoran si es apto para publicarlo con ellos. Me dieron el OK y me lo corrigieron ortográficamente.
Durante ese tiempo añadí un nuevo reto en mi vida. Quería tener una página web donde tener mi novela a la venta yo directamente y poder interactuar con mis lectores. Hace muchos años hice unos cursos como programador web, sin embargo, no me sirvieron para nada. Empezando de 0, otra vez, me puse a ver tutoriales sobre como hacer una web y, después de mucho ensayo y error, el resultado ya lo conocéis.
Cuando me devolvieron la novela corregida, tuve que revisar la corrección para que todo estuviese a mi gusto. Para luego enviar el libro a maquetar. Cuando lo maquetan te envían el libro en un PDF tal y como se verá página a página. Tuve que volver a revisarlo entero.
¿Qué es lo que pasó después de haberlo leído como 5 veces en cosa de dos meses? Que me parecía aburrida. A pesar de que las personas que lo habían leído les había encantado y enganchado, no os imagináis el impacto psicológico que eso pudo tener en mí. Que tu propia novela te parezca aburrida hace que te plantees muchas cosas, sobre todo si tienes miedo al fracaso. Le di tantas vueltas que incluso me llegué a plantear la opción de no publicarla. Me aterraba entregar el libro a la gente y que no les gustase. Después de todo, me enfrenté a mi miedo y lo publiqué convenciéndome a mi mismo de que la novela era buena. Me convencí de que todas esas emociones que yo había sentido el escribir la sentirían los lectores al leer. Así fue, tras las primeras valoraciones sentí una motivación tan grande que no se puede explicar con palabras.
Si te has tragado todo el rollo de como fue mis comienzos en la escritura, creo que mereces una recompensa. No se me ocurre nada mejor que dejarte con la sinopsis de la segunda novela, la cual estoy tremendamente orgulloso de ella. Evidentemente, aún es pronto para hacer la sinopsis y, probablemente, lo que yo escriba aquí no será definitivo, sin embargo, se acercará bastante al resultado final. Evidentemente, si no has leído El secreto del bosque de los desamparados, no continúes leyendo.
Sinopsis de La leyenda de Draelon II: La ascensión del tirano:
Tras los acontecimientos en El secreto del bosque de los desamparados, Garloc decidirá que no vale la pena esperar a Connor. Para el príncipe Garloc Connor está muerto y el cofre de la leyenda de Draelon perdido.
Reunirá a un grupo de nobles con quienes conspirará para derrocar a su padre, el rey Nagan Tok. Acordarán darle muerte en Nalyd, donde se celebrarán unas justas. Garloc se marchará a Nalyd a inscribirse en dichas justas, ya que es la única manera de que su padre le acompañe y poder llevar a cabo su plan para proclamarse rey. Su intención, después de esto, es conquistar todo Aetoris con bestias o sin ellas. Para su sorpresa, durante el viaje, oirá rumores sobre el inquietante “emisario de hielo” del que todo el mundo habla.
Al margen de todo esto, un altercado en el bosque de los desamparados hará que Nilsa se plantee muchas cosas y, finalmente, se marchará de allí decidida a tomar las riendas de su vida. Intentará conseguir una vida mejor, una vida donde nadie la controle y donde solo ella decida qué hacer. Nada más lejos de la realidad.
Para acabar, y no sé si estoy haciendo lo correcto, quiero recompensarte con algo más por leer mis novelas y post.
Esto es sin duda la pregunta que más me habéis hecho cuando acabáis de leer la novela. La respuesta es evidente para muchos, pero a muchos otros os quita el sueño. Dormir tranquilos amigos. Nuestro querido Connor está más vivo que nunca.